Blanco y negro. Bien y mal.La locura es la cordura, y la cordura es la locura. La inocencia se proyecta en ellos.
Y es que creen que pueden sostener el mundo con sus manos, siendo que las yemas de sus dedos reventarían sin remedio al primer intento.
Oh de aquellas pobres almas que creen vivir en un mundo perfecto, imaginado por sus propias mentes. Que creen que todos sus actos son de calidad divina, y que no tienen ni tendrán comparación. Que ignoran su tremenda insignificancia, dándose un título que jamás existió, e intentando alzarse con los grandes, y creyéndose frutos del edén. Que noche tras noche, se visualizan así mismos como los reyes del mundo, y que ignoran que no son más que relleno. Relleno en la mente de una entidad que yace en el olvido, pero su futuro es deslumbrador. Una la cual, promete alzarse para abrirles los ojos a aquellos pobres incrédulos. Si la llama de la confianza se encendiera en él, el relámpago daría por marcado en la tierra, que no habría ojo que no fuera cegado, puesto que la inevitable verdad se esconde en lo más profundo de su alma, protegida por grandes pilares de hielo protectores, hielo que simboliza la frialdad. Y sabe, que el tiempo es su compañero, y quien vela por él, formándolo, y alistándolo para despertar, cuán grande y maravilloso despertar, siendo que ahora yace aullando bajo la penumbra de la noche, como un solitario lobo. Y los versos exclaman dentro de su mente, agitados por salir, a la orden del día. Palabras hermosas que mantienen la barrera transparente que se ha alzado ante él, y que le otorgan la fuerza y la inspiración que porta orgulloso cada día. Y así ha quedado dicho, escrito y sellado con fuerza, y la promesa será mantenida, con el astro femenino de confidente, siendo velada por misteriosos ojos, enamoradores, que observan con orgullo, y rebosan en felicidad, aguardando lo que ha de venir, amando sin cesar, seducido por la ilusión… Y así continúa la historia.
Y es que creen que pueden sostener el mundo con sus manos, siendo que las yemas de sus dedos reventarían sin remedio al primer intento.
Oh de aquellas pobres almas que creen vivir en un mundo perfecto, imaginado por sus propias mentes. Que creen que todos sus actos son de calidad divina, y que no tienen ni tendrán comparación. Que ignoran su tremenda insignificancia, dándose un título que jamás existió, e intentando alzarse con los grandes, y creyéndose frutos del edén. Que noche tras noche, se visualizan así mismos como los reyes del mundo, y que ignoran que no son más que relleno. Relleno en la mente de una entidad que yace en el olvido, pero su futuro es deslumbrador. Una la cual, promete alzarse para abrirles los ojos a aquellos pobres incrédulos. Si la llama de la confianza se encendiera en él, el relámpago daría por marcado en la tierra, que no habría ojo que no fuera cegado, puesto que la inevitable verdad se esconde en lo más profundo de su alma, protegida por grandes pilares de hielo protectores, hielo que simboliza la frialdad. Y sabe, que el tiempo es su compañero, y quien vela por él, formándolo, y alistándolo para despertar, cuán grande y maravilloso despertar, siendo que ahora yace aullando bajo la penumbra de la noche, como un solitario lobo. Y los versos exclaman dentro de su mente, agitados por salir, a la orden del día. Palabras hermosas que mantienen la barrera transparente que se ha alzado ante él, y que le otorgan la fuerza y la inspiración que porta orgulloso cada día. Y así ha quedado dicho, escrito y sellado con fuerza, y la promesa será mantenida, con el astro femenino de confidente, siendo velada por misteriosos ojos, enamoradores, que observan con orgullo, y rebosan en felicidad, aguardando lo que ha de venir, amando sin cesar, seducido por la ilusión… Y así continúa la historia.